En un sueño de verano
un arquitecto galáctico me construía un puente azul,
desde mi casa en Buenos Aires hasta la Patagonia.
Transcurrieron dos años hasta que ese puente se hizo real,
o tal vez ya estaba construido
y yo necesité ese tiempo para animarme a transitarlo.
Este proyecto empieza con los colores del otoño,
y con el impulso de la luna nueva en Aries,
donde todo está por crearse.
El recorrido es a través de la astrología, el arte,
las meditaciones y los sonidos de cuencos.
No hay objetivo, no hay enseñanza.
Hay transmisión.
Los cristales me acompañan, me inspiran,
y la naturaleza me permite respirar,
desde el otro lado del imaginario,
y tan real puente azul.