El Ordinariato Castrense del Perú, nace de la jurisdicción castrense española, que se extendió al Perú por razones de la conquista y el virreinato. En la época de la emancipación las fuerzas armadas patrióticas estuvieron asistidas por sacerdotes del clero religioso como diocesano, bajo la dirección de ordinarios locales, pero no eran capellanes militares en sentido jurídico. Por decreto supremo del 21 de noviembre de 1844, se declaró que correspondía las funciones de vicario general del ejército y de la armada del Perú al arzobispo de Lima. Durante la guerra con Chile, la secretaria de estado de su santidad, el 3 de enero de 1880, estableció la vicaria castrense, designando al padre Antonio García durante el conflicto.