«El cine, y en general la ficción, parece satisfacer y otorgarnos la misma gracia y sosiego que alguna vez siendo niños obteníamos de los labios de ese buen padre o cariñosa madre que nos leía una y otra vez el mismo cuento. Por malo y previsible que fuera nos otorgaba eso que Bruno Bettelheim ha llamado el poder del encantamiento; alimentaba nuestro espíritu y nos permitía consolarnos con los triunfos imaginados y enfrentar, cogidos de esos buenos recuerdos, las sombras de la noche».
Constantino Carvallo Rey