La observación, el empeño en el detalle, el dominio absoluto de la composición fotográfica, el juego de colores, contrastes de luz, matices y sombras, así como la pasión que imprime en su quehacer diario, son cualidades que distinguen a Lalo de la Rivera, un joven capaz de contar historias, transmitir sentimientos y mostrar trozos de realidad cada vez que oprime el obturador.