Toda iglesia necesita estar segura de su identidad y del sitio que ocupa en el tiempo y el espacio de la iglesia cristiana como un todo. De allí que no sea simple capricho ni accidente que nos llamemos Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús. Con tal nombre estamos confesando nuestra aspiración a repetir en nuestro tiempo, sin más variantes que las impuestas por la cultura y la distancia cronológica, la realidad de la iglesia primitiva en sus prácticas, creencias y resultados. Todo esto se refleja claramente en lo revelado por el Nuevo Testamento.