La casa fue adquirida a mediados del siglo XVII por un gallego emigrado de
Cuba. Conocida como la "Casa da Pena" fue usada como estancia de veraneo,
pasando a ser residencia habitual a finales del siglo XVIII. La edificación, de
planta rectangular con distintos niveles, fue restaurada en el año 2000
conservando al máximo su morfología y elementos originales. Está rodeada
por una finca con árboles propios de la zona, algunos de ellos centenarios,
bordeada por muros y cierres típicos de la época.