Desde siempre la arquitectura está presente, y la percepción que tenemos de ella condiciona la forma de relacionarnos con el exterior. Su conocimiento estimula nuestra curiosidad espacial, nuestra imaginación, incrementando la
capacidad de observación y exploración del entorno. Cuando un niño aprende a observar lo que le rodea desde la perspectiva de la arquitectura, su medio se hace más comprensible, y el entendimiento activo del mismo facilita el desarrollo de su creatividad. Se trata de educar en la pedagogía urbana.
A través de diferentes actividades relacionadas con el entorno construido iremos descubriendo que entender la arquitectura es aprender a pensar.