En un velero, a 3 nudos de velocidad, sólo se escucha el ruido del agua cortada por el casco deslizándose por el mar.
El cuerpo se relaja y la mente se para.
El rumbo ya no importa. Todo va bien.
El tiempo ha perdido sus agujas, cada instante se saborea minuciosamente. A 3 nudos, aquí y ahora, surgen todas las sensaciones, algunas olvidadas.