Madame Lili 4.67

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Calle 22 # 9-66
Tunja,
Colombia

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Crónicas de la Casa Madame Lilí
Por Santi "( descendiente de tan ilustre linaje)"

Hace un siglo en la naciente Tunja, siempre cercana a la Parroquia de San Francisco, ya se alzaba la fachada de la residencia de la 22 con novena, solemne e hispana. De su entonces dueño se sabe poco, se especula que como todos en ese entonces creía y temía a las ánimas benditas de la iglesia que asechaban en las noches para cerciorarse de la fe de la vecindad.
En esa etapa de imágenes a blanco y negro, de una Colombia refrescada por el fin de la guerra de los mil días, de gente de paño, de dril, de motosas ruanas; se entretejían las vidas de Don Farolo Martinez y la siempre atenta y lista Madame Lilí (no se confunda su linaje por sus azulados ojos o rubia cabellera, que ella siempre fue y es de boyacense estampa).
Fue no hace más de cincuenta años que Don Farolo revisaba con la billetera en la mano el colonial inmueble, mirando los cielorrasos con gestos de disimulada satisfacción, apreciando los acabados de las ventanas y las puertas, pidiendo discreta y jocosamente una rebaja en el precio de la casa, no sin invitar al entonces dueño a un juego de billar o ajedrez y a un trago de la licorera de Boyacá, donde se habría ganado su amistad y su descuento.
Después de darle la sorpresa a su Señora, habrían iniciado la mudanza, desde entonces se comenzaron a aclarar los roles en el hogar, Don Farolo de carácter diplomático laboró duro entrenando en ajedrez, billar y cartas con sus clientes de oficio, mientras que la señora Lilí echaba ocio encerando los pisos de la casa, planchando la ropa, lavando y criando a sus 4 cachifos, entrenados en las caseras labores y cazando palomas en sus ratos libres con costosas caucheras hechas a mano.
Se tiene registro del amor de don farolo por los animales. En la memoria familiar hacen eco los feroces nombres de Michin el gato y Capulina el can; otros eventos que resalten en el tiempo son la inauguración del Bar “la vaca” o el restaurante “san pancho” en esta misma localización. Hoy a esta historia se agrega el distinguido lector, que con su presencia propicia el alargamiento de estos agradecidos párrafos.