En respuesta a la afirmación del Señor: "Todo lo que hacéis a estos mis pequeños me lo hacéis a mi" no solo contemplaremos a Jesús a través de los Sacramentos, la Palabra, la oración, etc, sino también a través del hermano pobre y desamparado.
Siguiendo la línea del Concilio Vaticano II, tenemos gran aprecio por los dones y carismas que el Señor "concede también a los fieles… con el derecho y la obligación de ejercitarlos en la Iglesia, en la libertad del Espíritu Santo", en unión con nuestros Pastores, "a quienes corresponde el juzgar la genuina naturaleza de tales carismas y su debida aplicación".
Serán nuestros pilares fundamentales el amor a la Eucaristía, la verdadera devoción a la Virgen María y la obediencia al Papa, su magisterio y a los Obispos en comunión con él, de la siguiente manera:
• Amor a la Eucaristía: Cada integrante, en la medida de lo posible, no sólo participará de la Eucaristía a diario, sino que, además, tratará de visitar a Jesús Sacramentado todos los días. Así también, trabajará con todas sus fuerzas para que Jesús presente en la Eucaristía sea más conocido y amado por todos.
• Verdadera Devoción a la Virgen María: No nos ha de faltar el Santo Rosario todos los días, como tampoco las expresiones de ternura y de auténtica devoción a nuestra Madre. En el mismo grupo prepararemos a las personas para la consagración total a Jesús por María según el método de San Luis María Grignión de Montfort.
• Obediencia al Papa: Como bautizados reconocemos al Papa como legítimo sucesor de Pedro, Vicario de Cristo y nuestro Pastor supremo, por esto nos sometemos amorosamente a lo que nuestro Pastor nos mande. Así mismo nos sometemos a lo que ordene el Obispo de nuestra diócesis.