Había ya recibido el llamado de servir a su preciosa obra, Dios me había traído a una ciudad que jamás pensé, pero en mi espíritu sentía que debía a ver algo más, así que empecé a recordar y a buscar la obra del Espíritu Santo en las sagradas escrituras, como el lleno a 120 en Hechos dos.
Como ciudades enteras fueron llenas de la gloria de Dios, yo quería eso mismo.