Una de cada tres mujeres ha sufrido violencia en su vida, una cifra abrumadora que refleja una pandemia de proporciones mundiales. Sin embargo, a diferencia de una enfermedad, agresores e incluso sociedades enteras eligen cometer actos de violencia, y también pueden decidir ponerles fin. La violencia no es inevitable, se puede prevenir. Aunque no es algo tan fácil como erradicar un virus, no hay una vacuna, no hay un medicamento, no hay una cura, tampoco hay un único motivo por el que ocurre. Por ello, consideramos desde la Comisión de Violencia de Género que las estrategias de prevención deben ser holísticas, e incluir múltiples intervenciones realizadas en paralelo para lograr efectos duraderos y permanentes.
Es preciso involucrar a muchos sectores, actores y partes interesadas. Cada vez se cuenta con más pruebas sobre las intervenciones que funcionan para prevenir la violencia: desde la movilización comunitaria hasta el cambio de las normas sociales, desde intervenciones escolares exhaustivas centradas en el personal y el alumnado hasta el empoderamiento económico y los complementos a los ingresos junto con capacitación sobre la igualdad de género.