Comedor Jesús Niño 3.3

Hace 11 años nacía una promesa, una negociación con Dios en la que a cambio de la recuperación de su nieto Nahuel, Cristina brindaría la copa de leche a 20 niños del barrio San Cayetano. En ese entonces, comenzaba el sufrimiento de saber que Nahuel padecía una enfermedad implacable, pero como todas las personas que poseen el don del coraje y la fuerza, Cristina y su hija Paola, sublimaron ese dolor en entrega, compromiso, solidaridad y desapego.
Fue así como comenzó a funcionar lo que hoy es el comedor “Jesús Niño”, el cual brinda raciones a 100 pequeños y 40 personas de todas las edades y condiciones. Emerge como una institución que no sólo es capaz de alimentar en el sentido estricto del término, sino también nutre social, emocional y espiritualmente, conteniendo las problemáticas sociales más diversas, sustituyendo funciones Estatales, familiares y educativas que se han corrido de su lugar original.
Todos los días y desde hace un par de años, los 100 niños deben turnarse para entrar a cenar ya que el comedor es una porción donada de la casa particular de Cristina y su familia. El resto de personas, se lleva las raciones a su hogar. El espacio es reducido, pero nunca se le negó a nadie un plato de comida…ni siquiera cuando la alacena estuvo tan vacía que casi estuvieron a punto de cerrar, pero gracias a Dios y parafraseando a Cristina, “siempre aparecen algunos ángeles para ayudarnos”, personas anónimas que no solo donan alimentos, sino también esperanza.
Todas las tardes de lunes a viernes, las manos laboriosas de Paola comienzan la rutina de preparar lo que va a ser la cena para toda su familia (y no solo la biológica, sino también la enorme familia del corazón que decidieron adoptar junto con su mamá Cristina). Llegada la noche, los chicos y la gente que asiste, saben que cuentan con un plato de comida caliente y pueden pasar la noche sin escuchar los reclamos de una panza vacía. Los fines de semana brindan apoyo escolar y el deseo más próximo es poder llevar la palabra de Dios y enseñar Catequesis.
En todo este tiempo que pasó, desde aquella primera promesa a Dios, hubo otros acuerdos más con lo divino, que obligaron a Cristina extender su generosidad y a luchar por un reconocimiento legal de la institución. Hoy, la meta es convertirlo en una Fundación, para que por siempre Nahuel esté presente en todo rincón y sonrisa de cada niño que recibe más que un plato de comida.
Gracias Cristina, por enseñarnos que todo se puede…