En 1977, un grupo de ex jugadores de rugby convocó a unos cuantos chicos con ganas de hacer amigos y, con gran esfuerzo, se decidió a fundar un club en Avellaneda. El objetivo fijado entonces era “desarrollar la práctica del rugby en su estilo más abierto y depurado, inculcando en los jóvenes los valores humanos que destacan a este deporte, con la exaltación de la amistad como común denominador”.