El C.E.P. parte de la premisa de que todo ser humano es noble por naturaleza, por lo tanto la función de los padres y los docentes, es cultivar esa nobleza inherente, respetando su singularidad y promoviendo su desarrollo.
Cuando un individuo es plenamente consciente de su propia nobleza y extiende esta visión a toda la humanidad, la motivación para favorecer al otro no es impuesta desde el exterior sino que surge de su interior y está ligada a las oportunidades de desarrollo personal y social.
Por ello, el C.E.P sostiene, que ocuparse de la Educación Integral de los niños, niñas y jóvenes en sus fases intelectual, espiritual, física, emocional, cultural y social, acompañada por sus familias, es una solución clave a favor del individuo y el bienestar de la sociedad, en pro de una paz verdadera.