"El asado criollo tiene un sentido de fiesta; reuniéndose en torno de él, los gauchos, con típico ingenio, se cambiaban frases de escondida altanería, dejando sentir discretas compadradas. La damajuana de vino pasaba de boca en boca, no sin antes hecharse una relación, quedando por graciosa la que más risas causaba. Esto duraba largas horas, hasta que, saciados los apetitos, los hombres se sentaban sobre el talón haciendo jugar una pajita en la boca. Comenzaba entonces el porrón de ginebra a levantar los ánimos hasta que aparecía la guitarra y el cantor con sus lamentos enmudecía a sus oyentes, provocando un ambiente de solemnidad".